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Viene a decir Pierre Rabhi (cito de memoria): También hay quien recicla, o produce ecológico, o consume local, o ahorra energía, o todas estas cosas, pero explota a su vecino. Esas y esos siguen siendo unxs canallas. Queda dicho! Extraído de un libro en proceso de traducción, tú ya sabes cuál..
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LA REVOLUCIÓN NO SERÁ TELEVISADA
No podrás quedarte en casa, hermano.
No podrás pillar el mando, darle al on y tirarte en el sofá.
No podrás rularte un porro y evadirte,
Ni bajar a por cerveza en los anuncios,
Porque la revolución no será televisada.
La revolución no será televisada.
La revolución no te será ofrecida por una bebida isotónica
en cuatro entregas sin cortes publicitarios.
La revolución no mostrará imágenes de Aznar sin bigote
clamando al cielo y embistiendo cual cabestro
contra Arnaldo Otegi y Carod Rovira,
ni mostrará a Zapatero encarnando una vez más el fracaso del sistema.
La revolución no será televisada.
La revolución no te será ofrecida por la Sociedad General de Autores
No habrá titulares a las tres en punto,
ni planos de muchedumbres orquestadas para recibir al Papa,
ni duquesa de Alba sonándose los mocos.
La revolución no cortará como un cuchillo Ginsu.
La revolución no blanqueará tus dientes.
La revolución no reafirmará tus gluteos.
La revolución no alargará tu pene.
porque la revolución no será televisada, tronco.
No habrá vídeos de maderos de mierda apaleando hasta la muerte a un detenido.
No habrá imágenes de agresiones deportivas en la moviola,
ni repeticiones de como el asta se clava entre los muslos del torero.
No habrá cámara lenta, ni cámara oculta, ni cámara fija
para que su majestad finja balbuceando que tiene algo que decir en estas entrañables fechas.
La revolución no tendrá un primo más cachas que el de zumosol.
ni el frescor de los limones salvajes del Caribe,
Los habituales voceras de tertulia perderán todo su protagonismo
y a nadie le importará quién se zumba a quién en Gran Hermano,
porque los bienaventurados estarán en la calle
haciendo un mañana mejor.
La revolución no será televisada.
La revolución no volverá tras una pausa publicitaria
repleta de mensajes para que compres y compres y compres.
No tendrás que preocuparte por la chispa de la vida,
ni por el conejito de las pilas,
ni por la muerte del viejo Chanquete.
La revolución no tendrá patrocinadores.
La revolución no acabará con las pérdidas de orina.
La revolución te pondrá en lugar protagonista.
La revolución no será televisada.
La revolución no será codificada.
La revolución no será en diferido.
La revolución será en vivo, hermano.
[Hasta ahí, una versión del clásico de Gil Scott-Heron que ya vimos en este blog, algo más corta que el original por motivos de ritmo escénico. Pensaba que se estrenaría el pasado jueves en la actuación de Kabaret Dadá en la sala Edén, dentro de la Feria de teatro de Huesca, pero no pudo ser, qué desencanto!
El texto para escena continúa con un epílogo a la medida de nuestros días, ahí va:]
La revolución no sonará en lo mejor de la película,
no tendrá pantalla táctil, ni estará limitada a 160 caracteres.
No necesitará de nocivas antenas para funcionar sin cables.
No se quedará sin cobertura, ni agotará su batería.
La revolución no tendrá una dirección de correo electrónico.
No creará usuarios de Facebook, no lanzará constantes tweets.
La revolución no terminará en punto es, ni en punto com, ni en punto org.
La revolución no tendrá un avatar,
la revolución no estará llena de spam.
La revolución no te indicará el próximo giro ni la situación de los radares.
No se conectará por USB a ningún dispositivo,
no sufrirá el ataque de un virus, no se actualizará periódicamente,
La revolución no será una batalla comercial entre bandas rivales para imponer su formato.
La revolución no será el nuevo juego de la play.
Porque la revolución no tendrá lugar en internet.
La revolución no podrá reducirse a unos y ceros.
La revolución no será digital.
La revolución no necesitará de la electrónica.
La revolución tendrá lugar en tu pecho, hermana,
en tu sangre y en tu mente, hermano.
La revolución la harás tú, que sigues siendo imprevisible,
que sigues siendo imprescindible.
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Solíamos pasear por la noche. Escuchábamos las melodías populares de las emisoras canadienses o las clásicas de los Estados Unidos. Imaginaba el coche visto desde arriba: una pequeña bolita negra arrojándose por la superficie de la tierra, libre como un meteoro y quizás predestinada hacia la muerte. Atravesábamos paisajes de nieve azul. La calefacción iba al máximo. La corteza helada conservaba un rayo de luz de luna, igual que lo hace el agua ondulante.
A esa velocidad no nos ataba nada. Podíamos catar todas las posibilidades. Había algo desdeñoso en nuestra velocidad. Éramos conscientes de nuestro desprecio. Y había algo de miedo en esa velocidad. Huíamos de nuestra mayoría de edad, de la iniciación real y adulta que nos forzaba a elegir algo feo concreto entre una serie de generalidades bellas.
En algún momento de estos paseos, me hice a mí mismo una propuesta de la siguiente forma: tío, puedes ser elegido para muchas cosas en este, el mejor de los mundos posibles. Hay muchos poemas maravillosos que escribirás y por los que serás aplaudido, muchos días desérticos en los que serás incapaz de apoyar la pluma sobre el papel. Muchos coños maravillosos en los que estar, diferentes colores de piel que besar, diversos orgasmos que experimentar y noches en las pasearás tu sensualidad solo y amargo. Habrá cumbres de emoción, intensos ocasos, percepciones gloriosas, dolor creador y muchas llanuras mortíferas de indiferencia en las que no será tuya ni tu propia desesperación. Habrá muchas bazas de poder que podrás jugar con crueldad o benevolencia, muchos grandes cielos bajo los que tenderte y felicitarte por tu humildad, mucho remar en galeras de sofocante esclavitud. Eso es lo que te espera.
Ahora, tío, esta es la propuesta: supongamos que pudieras pasar el resto de tu vida exactamente como en este mismo instante, en este coche que se lanza hacia el campo cubierto de matojos, justo en esta parada de la carretera pegada a la fila de blancos indicadores, pasando siempre por ellos a ochenta millas por hora, oyendo vibrar esta canción de máquina tocadiscos que habla de rechazo, con este determinado cielo de nubes y estrellas, y dentro de tu mente esta sección transversal de la memoria, ¿qué escogerías? ¿Cincuenta años más en este coche o cincuenta más de logros y fracasos?
No dudé nunca de la elección.
Que siga todo como ahora. Que la velocidad no disminuya nunca. Que la nieve permanezca. Que nunca desaparezca la comunión con mi amigo. Que nunca encontremos otras cosas que hacer. Que nunca nos tasemos el uno al otro. Que la luna permanezca en este lado de la carretera. Que las chicas sigan siendo una impresión dorada en mi mente como el halo de la luna o el brillante resplandor del neón sobre la ciudad. Que el ordenado latido de la guitarra eléctrica siga declarando:
Cuando perdí mi amor
casi pierdo la cabeza
Que los bordes de las colinas estén a punto de aclararse. Que las hojas no oculten los árboles. Que las negras ciudades duerman en una larga noche como la amante de Lesbos. Que los monjes de los monasterios medio derruidos sigan orando en latín a las cuatro de la madrugada. Que Pat Boone se mantenga en el primer puesto del ‘hit parade’ y les diga a los turnos de noche de las fábricas:
Fui a ver a una gitana
y me dijo la buenaventura
Que la nieve dignifique siempre los cementerios de coches de la carretera de Ayer’s Cliff. Que las barracas selladas de los vendedores de manzanas no exhiban nunca frutos brillantes ni rastro de sidra.
Pero que yo siga recordando lo que ahora recuerdo de los pomares. Que conserve en una décima de segundo maravilloso fantasías y reminiscencias que pongan al descubierto todos los estratos como una muestra geológica. Que el Cadillac o el Volkswagen corran como un milagro, como una bomba, que vuelen.
Ni siquiera quiero escribir en la niebla del parabrisas.
No dejes que las guitarras aflojen la marcha.
Dulces sonidos, no me rechacéis.
Que las palabras continúen como el paisaje del que nunca salimos.
Que perdure la última sílaba.
No se nos espera ni se nos añora.
Hasta la vista, señor, señora, rabino, doctor. No olvide su cartera de viajante con las muestras de aventuras. Mi amigo y yo seguiremos aquí, en nuestra banda de velocidad limitada.
Leonard Cohen. El juego favorito, editado por Edhasa. Adaptación del capítulo 12.
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Es el deseo del artista lo que permite la existencia
Hace tal cosa por el poder de su sola presencia
Y por deseo tan sólo insufla un trabajo en arte.
Como hinchando un globo de aire, que al dejarlo ir,
permite el cielo.
Ve perfección en una hoja o la mente
de cualquier otro hombre. Es una ciudad de venas y mando;
haciendo y rehaciendo la misma capilla,
la misma escalera de mármol.
A la vez que uno recorre estos escalones y mira a su alrededor
uno siente una galería de guerras luminosas. Eso es todo.
Un barco que se diluye en el ambiente, en el mar.
Y cuando cae la noche — la luz también.
Y todo desaparece en muros. No más
luminosos que la luna. Compuestos de amor
y deseo tan sólo.
Y el artista en verdad ama.
Enamorado de su propio proceso.
Que reafirma su magisterio y su misterio.
Un testamento de su propia fuerza vital y a la vez
Su regalo a la humanidad.
Algunos regalos se escogen y preparan a posteriori.
El artista abre un claro a machetazos. Aquí uno puede evitar
el dolor y la extravagancia del entero cuerpo y
ser llevado en un serpenteo a través de una centelleante fracción.
Su regalo, sus hijos, viaje más allá del ojo
y mano que los precipita en la existencia.
Dejando marchar una vida entera de trabajo
de alguien que ha hecho un trato con la inocencia.
Laureles ceñidos sobre la inteligencia
Todo con la generosidad
de una transformadora
sonrisa.
dedication
by patti smith
[from Robert Mapplethorpe: The Perfect Moment by Janet Kardon, 1988. EAN: 978-0884540465]
It is the Artist’s desire to permeate existence
He does so by the power of his presence
And by will alone he breathes a work into art.
As pumping air into a balloon, that when let go,
permeates the sky.
He sees perfection in a leaf or another man’s
psyche. He is a city of veins and lead;
building and rebuilding the same chapel,
and the same marble stairway
As one walks these stairs and looks around
one notes a gallery of light wars. That is all.
A ship dissolving into the atmosphere, into sea.
And when night falls-the light as well.
And all disappears into walls. No more
luminous than a moon. Composed of love
and will alone.
And the Artist does indeed love.
In love with his own process.
It reaffirms his mastery, his mystery.
A testament of his own life force and also
his gift to humanity.
Certain gifts are chosen and arranged in retrospect.
The Artist machetes a clearance. Here one can be spared
the pain and the extravagance of the entire body and
be transported by snaking thru a glittering fraction.
His gifts, his children, travel beyond the eye
and hand that spun them into existence.
A lifetime of work letting go
of one who has weathered innocence.
Pressed laurels upon intelligence.
All with the generosity
of a transforming
smile.
Al ver la imagen que publiqué ayer, recordé este texto perdido, una práctica de traducción por libre y sin correcciones, con todos los errores que pueda haber.
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No es para nada probable que el futuro
haga excepciones insólitas y otorgue
a quienes lo vivirán el honor de dar la vuelta
a las constantes que hoy en día lo anuncian.
Se hace entonces necesario prepararse para un tiempo
de problemas y carencias e injusticias
más intensas con los más necesitados,
como sucede desde que el mundo es mundo
y los humanos que lo vivimos nos hemos hecho amos.
[No és gaire probable que el futur
faci excepcions insòlites i atorgui
als qui el viuran l´honor de capgirar-ne
les constants que a hores d´ara l´anuncien.
Cal preparar-se, doncs, per viure un temps
amb problemes, carències, injustícies
més intensos pels menys afavorits,
com ha passat d´ençà que el món és món
i els humans que hi vivim ens n´hem fet amos.]
Una traducción propia de un fragmento de Miquel Martí i Pol que suelo recitar en casi todas las apariciones en escena. Forma parte de un poema más largo titulado «El far» que podéis leer completo en este enlace a dominiroig. El verso que da título a esta entrada es el mismo que cierra el poema original: Aquest poema és un espai pel somni.
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Como a Laura le intriga ver más, os dejo también a los demás
un fragmento siguiente, para que no nos cansemos, y otro de los grabados de Gustav Doré (creo que para «La Divina Comedia», pero no estoy seguro, alguien identifica la escena?)
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«El espejo y la sombra», de Giuseppe Barbieri, es un raro libro que un buen amigo puso en mis manos, un ejemplar imposible sacado de un saldo irrecuperable, una delicia tan de saborear que me lancé a traducirla en castellano. Fueron horas de buceo a gran profundidad mientras la leía y otras tantas millas mar adentro durante las horas traducción. Os dejo aquí las primeras páginas en primo_cap, y unos versos de Eugenio Montale, de lo mejorcito que he leído en italiano:
También es nuestro el deshacerse de las tardes.
Y nuestra es la franja que del mar
sube al parque y hiere los áloe.
Puedes llevarme de la mano si tú finges
creerte junto a mí, si cometo la locura
de seguirte desde lejos, y lo que estrechas,
lo que dices, me aparece en su poder.
Fuese tuya aquella vida que me tiene
en los umbrales — y podría darte un rostro,
esbozarte una silueta. Pero no,
no es así. El pulpo que insinúa
tentáculos de tinta en los escollos
puede servirse de ti. Le perteneces
sin saberlo. Eres él, te crees tú.
La Realísima de la luenga sigue manteniendo áloe en su diccionario, con una acentuación absurda que no creo haber escuchado jamás a nadie, así que espero que todo lector disculpe el error al que la corrección académica obliga (por una y última vez). El original italiano, para ensanchar la herida, acentúa aloè. Va el original, para que se vea que somos un blog plurilingüe y multicultural!
SERENATA INDIANA
È pur nostro il disfarsi delle sere.
E per noi è la stria che dal mare
sale al parco e ferisce gli aloè.
Puoi condurmi per mano, se tu fingi
di crederti con me, se ho la follia
di seguirti lontano e ciò che stringi,
ciò che dici, m’appare in tuo potere.
***
Fosse tua vita quella che mi tiene
sulle soglie – potrei prestarti un volto,
vaneggiarti figura. Ma non è,
non è così. Il polipo che insinua
tentacoli d’inchiostro tra gli scogli
può servirsi di te. Tu gli appartieni
e non lo sai. Sei lui, ti credi te.
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En la traducción de «El espejo y la sombra», de Giuseppe Barbieri, se incluían estos dos poemas de Yvan Goll (merece la pena echar un vistazo a su obra y leer también algo sobre su vida, tiene un recorrido vital muy aleccionador: como dice wikipedia, por el destino judío, por casualidad nacido en Francia, por los sellos etiquetado como alemán).
En tu nuca acaricio el fuego que me quema
En la inscripción mágica de tu frente
Descifro los enigmas de mi soledad
En los flujos contenidos de tus aguamarinas
He hecho un baño secular de inmensidad
Y he perdido el propio peso
Disfruta – cuando muramos un día
Se desplomarán las ruinas de nuestra torre beata y nuestros ángeles
Perderán las alas cayendo en el abismo
– – – – – – – – /\/\/\/\/\/\ – – – – – – – –
Hija del profundo, ¿cómo te tendré en la sierra de la luna
Cómo vendaré tu ojo mágico con las nubes del rápido olvido
Cómo te acostumbraré a la redondez de la tierra?
Hechizada por la luna nueva
¿Cómo domaré tu mar interior
Que desborda más allá de las orillas de lo humano?
¿Cómo atraparé los peces de fuego en mis redes incrédulas?
Y cuando la luna llena te impregna con semillas de amapola
¿Cómo refrescaré la fiebre de los montes sin sueño
Cómo sofocaré los rayos mortales de tus rubíes?
Ah sólo con la luna menguante
Adelgazan los ríos y se apaga
El fuego fatuo de retama de tus ojos
Tu grito ronco como el de las bestias sacras
Se rinde a mi corazón que caza
Una de las ilustraciones del libro, grabado de Gustav Doré
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Idda es un poema de Biagio Guerrera que traduje del siciliano al castellano por encargo de su autor. En agradecimiento, me regaló un taco de libros de poesía italiana que todavía desvelan sorpresas varios años después (entre ellos, las poesías completas de Eugenio Montale [delicia]).
Ella
Cuando yo la volvía a encontrar
que conmigo había estado tantos años
casi no me respondía
como si aún la tuviese tomada conmigo
después que me acompañó por tantos años
O quizá la vista, la vista que ya
no veía tan bien y no nos oía tan bien como en tiempos
Cuando hablaba con ella
intentando recordar historias
historias antiguas
intentando como excavar,
ella no quería
como si ella no me conociese
como si ella no supiese nada o no quisiese saber nada de mí
Ella me decía apenas
no lo recuerdo ya no sé nada
no lo recuerdo
¿qué quieres? yo no veo no oigo ¿qué más quieres?
no te basta esta amargura
esta vejez, esta amargura
Ella que hablaba despacio despacio
como si tuviese todo el tiempo
Ella vieja
y siempre despacio había caminado
Ella decía siempre: ¿dónde vas? ¿por qué?
¿qué vas a hacer?
Yo me tengo que ir a dormir tengo que ir
¡oooh! más vale aquí que vete a saber dónde
Ella. Ella quería coser
Ella quería coser todo el tiempo
cosía la colcha de abrigo
Ella decía que la colcha siempre ayuda
que cuando se echa el frío mejor la colcha mejor que dormir con frío
Ella. Ella quería dormir
Ella. Ella quería dormir
pero yo lo sabía que nunca dormía
que ella quería dormir pero no conseguía dormir
era así que cosía la colcha pensando
que podría dormir con la colcha cuando hiciese frío
Ella pensaba: así que cuando haga frío yo podré dormir
pero ella no dormía con el frío ni dormía con calor
Ella siempre miraba al cielo
siempre
como uno que perdió toda esperanza
Ella miraba hacia el cielo mas no se perdía
tanto más ella miraba y tanto más deseaba dormir y no podía
por entonces yo estaba con ella la mayor parte del día
ella me hacía estar bien de una extraña manera
ella me engatusaba de una extraña manera
ella me estrechaba a sí de una extraña manera
ella me inducía a dormir de una extraña manera
yo dormía pero ella no
Siempre que me despertaba la encontraba con ojos enormes mirando al cielo
ella quería que yo me durmiese como si me durmiese por ella
como si el sueño que hiciese fuese el sueño de ella
como si mi tiempo fuese el tiempo de ella
y yo me sentía enredado de una extraña manera
como si yo quisiese correr, jugar, buscar un trabajo y ella siempre
me llevaba a dormir
Ella. Ella que jamás dormía.
Ella envidiaba a la gente que moría
como si aquellos pudiesen dormir todo el tiempo
Ella. A ella le entraban celos de este sueño que no tenía, que nunca
podía tener
y cosía la colcha pasaba el tiempo.
¿Cuándo pasaba ese tiempo?
Tan lento, tan lento que uno dudaba que el día pudiese llegar al
oscuro dudaba.
Ella. A ella le gustaba.
No a ella no le gustaba nada.
No ella no quería nada.
Sólo dormir quería pero no podía.
y todo ese tiempo mirando estrellas de noche
mirando hacia el cielo. Sin esperanza.
¿Cómo lo hacía? ¿Cómo podía estarse todo ese tiempo? Sentada, cosiendo,
sin apenas comer, sin apenas beber,
sin apenas saber de la vida
Sólo, sólo este deseo… ella, ella,
ella me quería incluso a mí
No resistí más no resistí.
desde entonces la tuvo tomada conmigo;
Como si ella pensase: fue él.
Yo podía dormir por él, pero él se ha ido
Él se me llevó el sueño;
Él fue, él fue.
Porque ella no podía dormir por sí misma;
Ella me quería para dormir
y yo no resistí más y me fui,
me fui a buscar un trabajo.
y ella me decía: malnacido, malnacido
que te me llevaste el sueño;
ven aquí, duerme, duerme
que aquí está la colcha de invierno,
cuando hace frío;
Duerme, duerme
Ella me quería para dormir
Ella. Ella;
y de todo el tiempo que pasé,
de todo el enorme tiempo que pasé,
siempre pienso en el cielo hacia el que ella miraba.
y si yo dormía por ella,
ella era como si mirase el cielo para mí
y yo que siempre corría, que siempre quería correr,
de vez en cuando me fascinaba ante el cielo;
Ella no. Ella miraba desesperada.
Pero yo me perdía, me perdía
a mí esas luces me confundían
con lo oscuro de la noche me perdía.
Ella. como si ella mirase por mí.
Yo también si no dormía, cuando no estaba.
Yo después de tantos años.
Cuando como por milagro el cielo volvía.
Yo siempre pensaba en ella que siempre hacia el cielo
miraba desesperada.
Que siempre del cielo se estaba acordando desesperada.
Este cielo grande, donde yo sólo perderme podía;
Este cielo grande, grande… donde quizá allá,
quizá allá hubiese querido dormir. Aquí no.
Allá hubiese querido yo dormir,
yo allá me perdía, me perdía al mirar.
Ella siempre me decía:
ven aquí, ven aquí, duerme,
duerme, no pensar, no pensar nada.
Duerme.
Ella me cantaba una canción,
una canción sin palabras.
Solamente una música dulce para adormecemerme.
Triste, tan triste que yo no creía que pudiese existir tal que así triste,
triste.
Ella. Ella me quería para dormir.
Ella. Ella me buscaba sólo a mí para dormir.
Otros lo intentaron otros. Pero ella no.
Ella me quería a mí. Ella me quería a mí
para dormir.
¿Qué tenía que hacer? ¿qué tenía que haber hecho?
Yo allá la dejé. Allá, allá.
Yo no la quería, yo no la quería ya,
yo a ella ya no la quería
Yo me quería ir me quería.
Yo no quería dormir más no quería;
Yo quería… yo quería salir a la calle, caminar.
Yo quería… yo quería hablar con la gente.
Yo quería buscar un trabajo.
Yo quería una mujer.
Yo quería el cielo. Yo siempre quería mirar al cielo.
Yo siempre quería mirar hacia el cielo cuando es de noche.
Yo me quería perder.
Yo ya no quería saber quién era.
Yo me quería olvidar.
Yo quería perder hasta el nombre.
Yo quería tener tantos nombres.
Un nombre cada día nuevo.
Yo quería olvidarme la casa.
Yo quería tener muchas casas.
Una casa cada día nueva,
un trabajo cada día nuevo.
Yo quería andar por la calle
y encontrarme gente.
y me gusta a la tarde el vino,
me gusta cuando miro estrellas
Me siento cálido, me siento ínfimo,
me siento que ya no me siento más.
Como si ya nada fuese.
Como si fuese el viento,
viento que se pierde, que no sabe dónde va,
que revira por la tierra.
Viento que corre.
Cada tanto se reposa, cada tanto.
Cada tanto se bebe un sorbito de vino,
cada tanto.
Cada tanto roba alguna cosa.
Cada tanto juega, juego con los más pequeños, juega..
Yo quería ser el viento
en libertad como el viento.
Ella no quería.
Ella me quería para dormir.
Yo no quería. Yo ya no quería dormir todo el tiempo.
Ella no supo, no supo aceptar esta cosa.
Ella no quiso, no quiso aceptar esta cosa.
Yo se lo decía. Se lo decía con estas palabras,
que quería ser como el viento.
Ella no quería. Ella decía:
¿dónde tienes que ir? ¿dónde tienes que marcharte?
Un esclavo eres. ¿Dónde vas? Un esclavo eres.
Duerme, duerme. Cuando duermes eres amo, amo eres.
y ella cosía la colcha
así decía cuando haga frío
tu duermes aquí.
Duermes tú, duermes.
Ella, ella no podía entender.
Ella, ella no quería entender.
Ella, ella era mujer, era diferente.
Ella era oscura, oscura negra como carbón.
Yo me marché;
Yo me marché.
Yo me marché.
Ay![suspiro].. mi querida y odiada Sicilia. ‘dita sea!
(en la imagen, emma scialfa en «la muta», performance de danza con música en directo)