Filed under: cómo llegué a..., EscribirSe, EscribirSeNos - taller, recortables, ser Aquaria ben Laden, tin sítulo, todas las palabras saben dar vueltas
Tienes el tiempo justo para maldecir la lluvia. Y luego despiertas y pones el mundo ante ti. Maldita lluvia pero ya no llueve más. Sólo llovía en el sueño.
Tienes el tiempo justo para llegar a cualquier sitio y no perder el día. Caminas como un barco por la noche, como se camina en algunas canciones y en casi todos los poemas.
Cuando más tarde, de vuelta a casa, tus huellas te traen, empapado, desde tan lejos que parte de ti aún está allí (esa parte que está dibujando una flor con su sonrisa), llegas con el fondo de los ojos empapado de haber visto.
“bendita luz ceniza y triste. Triste hoja llevada por el viento y triste gaviota posada, rogad por nosotros”
(..reescribiéndome)
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Y si quiero escapar no lo haré,/ porque sé que casi todo se va a venir conmigo,/ en mi maleta o en mis bolsillos.
Si quiero escapar, voy a morderme las uñas / y luego preparar café, y dejar que pase lo que sea / por encima de mí: un camión, mil hombres, nada,…
Si quisiera escapar no tendría de quién despedirme.
Y puedo seguir colgada de esa estrella / quince o veinte noches más.
(de recortables)
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plinc plinc plinc
suena el reloj
como un grifo mal cerrado
te has ido
dice
te has ido
te has ido
te has ido
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Más poemas de «Recortables», ese libro poco más que juvenil cuyos originales he vuelto a encontrar:
Si pudiera elegir,
elegiría la piedra del río,
los corazones de tiza,
la sombra del fanal.
Hoy
elegiría
el aleteo de las sábanas,
los pasos perdidos de la niebla,
las cerezas.
Elegiría
los golpes del otoño contra el suelo,
del viento doblado en el ciprés,
esta caricia.
Pero nunca elegiría
esta tristeza que ahora me escribe.
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¿A Las Vegas?
¿A su derecha o a su izquierda?
¿Al país de las nieves eternas?
¿O tal vez
a dormir entre nubes de algodón?
¿A dónde lleva vuestro dios
a las jóvenes que mueren vírgenes?
(pregunta importante para hacerle a cualquier sacerdote, sea cual sea su credo)
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Lloraba una chica
frente al gran ventanal de las pistas.
No pudimos hacer nada por ella:
las lágrimas de aeropuerto
son para llorar a solas.
(segundo aeropuerto del mismo libro de versos poco más que adolescentes cuyos originales, de manera inesperada, han vuelto a aparecérseme, para sonrojo, diversión y curiosidad varias)
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miro impotente una vez más
las manos de mis diez dedos
enciendo un
cigarrillo
abandono
hoy también
el día me encontrará desvelada
«recortables» fue la primera colección de poemas que junté en serio y aposta. La comencé tras ver publicados algunos poemas anteriores en un volumen colectivo (la colección de poemas cuyo título no recuerdo ahorita mismo recibió un accesit en el Concurso literario de la Universidad de Zaragoza, creo que en 2001, y apareció en Prensas Universitarias de Zaragoza). Estos poemas de papel y tijera jamás fueron publicados, aunque rodaron de mano en mano en fotocopias, con al menos tres versiones diferentes. Por aquel entonces había leído montones de poetas consagrados (laureados, inmortales habitantes del Parnaso) y empezaba a beber de otras fuentes, a buscar por los márgenes. «El pueblo de la noche», la antología de Manuel Rivas publicada por Alfaguara, dejó su huella en este libro, visiblemente; y el cd que la acompañaba tendrá algo de culpa en que terminase musicando poemas con los donnadie. Devoraba libros por entonces, sin compasión, y se me han ido enterrando las lecturas en la memoria. Más al fondo, mucho más al fondo de la memoria, sé que dejaron su poso.. y por eso hoy consigo sembrar y recoger.
El libro (que se quedó en vocación de libro, en inédito) comenzaba así, con su propia poética:
Recuerdo esos muñequitos de papel a los que les colgaba los vestidos con solapas. ¿No has tenido nunca una camiseta de la suerte, unos zapatos para salir a bailar? Los poemas eran sensaciones que me quitaba al llegar a casa, como un recortable.
..y buscando recortables de mi tiempo, encuentro este de mi brother!