Aquaria ben Laden


Por haber leído tanto, me echaron de Casa del libro
14 febrero, 2013, 21:42
Filed under: de realidades está el mundo lleno | Etiquetas: , ,

Los libros que he buscado, aquellos que he amado como se aman las lecturas que alumbran y duelen y empujan a crecer, me han llevado a ir conformando una imagen precisa y abierta de lo humano (del hombre y la niña, del viejo y la mujer) y a vivir –o a tratar de ir viviendo– con fidelidad a ella. Como se aprende en los libros, ya sabréis. De esa imagen humana forman parte la impiedad, la maldad, el egoísmo y otros cientos de virtudes que no entran en conflicto con el mundo laboral de nuestros días. Pero también forman parte importante de esa imagen la dignidad, la integridad, el respeto de una misma y de los otros, y otros doce o quince vicios que ya no le molan tanto al patrón de nuestros días.

Los poemas que he escrito, los textos que alimentan este blog que cultivo con su maleza incluida, los exabruptos que he lanzado tanto en la barra de bar como hacia la luna y, sobre todo, aquello que he podido transmitir desde el escenario cuando he tenido el privilegio de ser invitado a subir, dan buena y mejor idea de los valores que los libros me han donado y de los que no he sabido adquirir. Esto y más aprendí en mis lecturas, y a mantener la esperanza de aprender más cosas en las que me quedan por hacer, que sean muchas.

Lo llamo tesis por humildad, ya que es certeza honda, a saber: me despidieron de Casa del libro (y sin preaviso) por saber leer, por tener criterio propio, por no querer claudicar ante el miedo, por quitarle el hierro a las amenazas y por animar a otras a defenderse. En el fondo, por las cosas que aprendí de los libros, ni más ni menos. Por las mismas cosas, en el fondo, por las que se despide a tantos otros, a tantas más, ya que esta historia no es sino reflejo de otra que ya ha sido contada muchas veces y con mejores tintas. Nuestros días la repiten a diario esta historia, cosas del plagio y de la globalización de la miseria moral.

Si me hubiese dejado azotar el culo como esas sombras de Grey, el porno timorato del libro del último verano, si me hubiese avenido a componendas como cada premio Planeta, si hubiese mirado tan sólo por mí como Scrooge, tal vez no hubiese sido el elegido para irse al paro por la vía rápida e improcedente desde Casa del Libro Zgz. Con unas lecturas más banales, hubiese seguido soñando con princesas y doblando el lomo, imaginando batallas en planetas remotos y permitiendo la injusticia sobre mi próximo, repitiendo el argumento, por bobo que fuese, de lo duros que están los tiempos y dejándome hacer como un pelele, o como cualquier protagonista relleno de paja de esas historias que se escriben por docenas y se publican por la sección más industrial de la editoría, esa que llena las mesas de las librerías de ejemplares en montonera.

Si mis únicas lecturas hubiesen sido las recomendaciones de Cdl, no hubiese tenido todas las papeletas en la mano para el despido. Las injusticias del amo y sus sicarios las hubiese encontrado tan normales, y a vender libros como churros y a fichar cuando mande y sí señor. Pero como los enanos se le estaban viniendo arriba al dueño del circo (si bien perezosa y desordenadamente) y había que dar escarmiento a presentes y ejemplo a las venideras, e imponer la sinrazón y la injusticia porque lo quiere el que manda, lo mejor para el empresario y su camarilla fue, una vez más, señalar a alguien entre los menos domesticables, obviando su vocación, su capacidad o su rendimiento (no digamos ya su situación personal, porque esa está en todos bien necesitada de ingreso económico estable). Es bastante comprensible en este mundo de tiburones y, para quien no conoce a Zola, Dürrenmat o Quevedo, el argumento puede ser impecable y mucho menos triste. Dicho esto y por decirlo todo, seguir vistiendo el chaleco verde de empleadillo en Casa del libro es una perspectiva que tampoco me hubiese hecho muy feliz tal y como estaba (y seguirá estando) el nivel de aquella cueva de fraggles.

Me he extendido un buen montón de caracteres más de lo que permiten estos tiempos tan tweets. Y me queda aún un interrogante por despejar para evitar argumentos de los suspicaces (o para quedar más ancha, no sé bien): ¿por qué ahora estas líneas y no en su momento, más cerca del cese, a primeros de octubre? Bueno, cumplí años hace apenas cuatro días. Y repasando este último ciclo, como suelo hacer cada inicio de febrero, dime cuenta de cuánta rabia profesional, frustración laboral y cabreo salarial he tenido que capear en estos últimos doce meses. Primero, dentro del que fue mi entorno de trabajo y después a solas conmigo misma, cuando de buena mañana llegas a currar y te dan con la puerta, con el canto de la puerta y con bastante mala leche. No escribí nada entonces, pues no quise que sonase a desquite ni a rabieta ni a venganza, ni que hubiese una palabra de más motivada por estos negros sentimientos, fácilmente justificables por lo demás. Hoy, sin embargo, tras este pequeño examen anual y sospechando que una gruesa ración de la desorientación que me ha arrastrado hacia el final de 2012 tiene que ver con mi silencio sobre el tema, me decido a poner algunas cosas en negro sobre blanco, con calma, distancia y una pretendida mesura que ya hemos visto que.

Acabo ya. Los amigos que lleguéis hasta aquí ya sabéis cuánto y por qué tengo leído, y cómo y por qué se produjo este triste hecho. Estas líneas me las debía a mí y puede que sólo a mí vayan dirigidas por mucha difusión que me gustaría darles. Me las merezco por haber trabajado bajo desprecio y falta de respeto, por haber sido tratada con injusticia y cobardía, y por no haber querido atacar con mayor rabia en un momento en el que me sabía herido. Es casi terapéutico este texto y quizás sea lo último que escriba sobre el tema, y espero que sí y que punto final. Estoy, en llegando a este punto, hasta orgullosa de mí. Esto me lo regalo por mis 37, recién estrenadicos. Felicidades, querido Daniel, tira p’alante, que viene cosa buena.

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quede el post como un elogio de la lectura y los libros, y se lleve el viento de febrero todo lo circunstancial


2 comentarios so far
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Con Rabanaque, siempre. ¡Aupa, compa!

Comentario por Robin Jurl

Vale, de acuerdo, pues sí. Te lo debías y ya era hora. A ver si entre todos conseguimos que venga cosa buena. Y si no, que se los lleve marzo y los capuce en el Ebro. Fantasmas, que son unos fantasmas. Ánimo Dani.

Comentario por julian




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