Filed under: cómo llegué a..., ser Aquaria ben Laden, tin sítulo, todas las palabras saben dar vueltas
Aprendimos a hacer la O con un canuto, pero nadie dejó dicho dónde hallarlos. Después de algunos meses, nadie recordaba ya su vocación. Ni enfermeros, ni bomberas: obligados a entrar en la rueda, marchábamos con brío para no perder el tren. Ese tren que ya nunca en la vida partió, aunque diese la impresión de movimiento. Fuimos arrojados, como trapo sacado de ropa que estuvo de moda una vez, a un azul artificial, cinemascope, con varias funciones atrofiadas, con recuerdos ajenos, sintéticos, replicantes e insidiosos. También hubo entre los nuestros quien lloró bajo la lluvia por su futuro seco. Pero hubo, sobre todo y por fortuna, quien jamás se rindió a la evidencia, quien no quiso aceptar la tragedia, quien pasó a destrozar a patadas las costillas de la O. Secreto a secreto, venidos a menos, supimos a más y mejor.
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