Filed under: cómo llegué a..., ser Aquaria ben Laden, tin sítulo, todas las palabras saben dar vueltas
En efecto, el río baja en sangre.
En su fuente, donde el agua reclama del hombre su asombro animal, su palabra recién descubierta o el grito verde de bestia en comunión con su vida y con su muerte, hay ahora la ira ronca del ganado conducido al matadero, el humus pisoteado cual manto de un sátiro mistificado o puesto de speed, la paz de los orígenes sepultada en toneladas de predicados inservibles, facinerosos, no reciclables.
En su curso, donde otrora el lento desfile de criaturas honorables, majestuosas, donde crecieron historias de maravilla para la más alta gloria de las noches junto al fuego, donde ayer se hundían las patas gráciles de los más tiernos lamentos herbívoros, en su curso, flotan hoy los desperdicios de grandes e históricas, inútiles batallas, flotan hoy los turbios oropeles de un verbo seglar que nos subyugó hasta la náusea, flotan hoy los cimientos de corcho de un mundo industrial, con las vísceras por fuera.
En efecto, la sangre llega hasta las márgenes del río. Allí, donde el hocico amable de las fieras nobles rozaba la lámina de agua, hay rastro de lucha a cuchillo, despojo pudriéndose al sol, tierra emponzoñada. Un poco más lejos, hombres venidos del miedo y del asco, expertos en fiascos con piel de visón, alguna mujer con su regla teñida de rubio. Más allá todavía, y al acecho, hay la voluntad natural de salvarse y la gana caníbal de acabar con todo. Y detrás viene el bosque a la carga, el bosque encarnado en pintura de guerra, el bosque hecho grito por fin.
Texto desencadenado por Japan, la canción de Milenka que puedes oír y descargar en su página.
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Aquaria ben Laden 